Sunday, February 19, 2012

Dos modernistas cubano-franceses

En el desarrollo y formación del Modernismo hispano, casi siempre se mencionan los nombres de dos grandes autores cubanos, Julián del Casal y José Martí, como parte de los llamados pre-modernistas hispanoamericanos; no obstante, se olvidan mencionar con más profundidad a otros dos autores, también cubanos, que contribuyeron al Modernismo, no como iniciadores, ni como adalides del movimiento en sí, si no como influyentes, como cualquier otro de los renombrados parnasianos, simbolistas, impresionistas y decadentistas franceses en boga, imitados, alabados, criticados, despreciados o encumbrados en ese entonces. Nos referimos a los cubano-franceses: José María de Hérédia (primo de José Martí) y Augusto de Armas. 

De José María de Hérédia y Girard, el gran poeta parnasiano, de "Les Trophés", los diletantes de los quehaceres literarios finiseculares del XIX, en algún momento directamente o por referencia, han entrado en conocimiento de Hérédia, como se ha dicho, ya sea a través de la lectura de sus sonetos, o por su vinculación con el Parnaso francés o por su afiliación con la Academia Francesa y, a un nivel personal, a manera de cotilleo superfluo, por su trascendencia a través de la vida de una de sus hijas, Marie-Lois de Hérédia, escritora también, esposa de Henri Régnier y amante de Pierre Louÿs y de Gabrielle D'Annunzio.

De Augusto de Armas y Colón apenas se hace mención de su nombre en los textos de estudios literarios modernistas. Lo poco o mucho que se encuentra es alguna referencia a su tomo de poesías de corte simbolista "Rimes Byzantines", el encomio que le hace Rubén Darío en "Los raros" y muy recientemente el re-descubrimiento que hizo la autora cubana radicada en Francia Zoe Valdés al permitírsele hacer copia de un ejemplar olvidado de las "Rimes" en la Biblioteca Mitterand de París.

Las sorpresa, al hablar de Augusto de Armas, está en la lectura de dos artículos del libro "Un poco de prosa" del poeta y patriota cubano Diego Vicente Tejera del finales del siglo XIX en donde revela, de una forma bastante amplia, detalles íntimos acerca de la vida de Augusto y un análisis de las "Rimes Byzantines".

En esta transcripción digital del artículo sobre Augusto de Armas escrito por Diego Vicente Tejera, que apareció originalmente en el "El Fígaro", pueden leerse detalles acerca de su personalidad, de su calidad como poeta, de su desdeño por la lengua castellana, de la historia de un cuentecito publicado (considerado tan inmoral que le valió el despido como redactor de un periódico), de su vida en París como bohemio, de su amorío con una muchacha de pueblo (nada hermosa y pobre como él que lo cuidaba y acompañaba), del descuido y decaimiento de su salud que se complica con una pleuresía, la ayuda prestada por un rico sudamericano de instalarlo en una quinta de Courbevoie para que recobrara su salud en donde falleció y fue enterrado.

He aquí el análisis de las "Rimes Byzantines" hecho por Diego Vicente Tejera y, seguidamente, la publicación en este blog de algunas poesías escritas por Augusto de Armas que circulan en la red.

Alcoba

Espesa alfombra embota el paso mudo
todo en desorden brilla. Velo asirio
envuelve el tiesto en que desmaya un lirio;
un ramo pende del morisco escudo.

Contra el tapiz, de un Zurbarán desnudo
brota en tropel la sangre del martirio,
y luz incierta, como luz de cirio,
baña la pompa del gran lecho viudo.

Arde la lumbre. Entre canciones rotas
suenan lejanas, estridentes notas,
rumor perdido de las ebrias Pascuas…

Dentro, todo enmudece, excepto el eco
del rítmico reloj, o el crujir seco
del duro leño convertido en ascuas.


LE SONNET

À José María de Hérédia

"Les quatrains du sonnet sont de bons chevaliers
Crêtés de lambrequins, plastronnés d'armoiries,
Marchant à pas égaux les long des galéries
Ou veillant, lance au poing, droits contre les piliers".


ThéOphile Gautier.

Dans les vers du Sonnet, Rythme au puissant murmure,
Le grand Théo voit de guerriers vengeurs de torts
Dans l'étroit corselet lamé d'argents et d'ors
Marchant, visière au front, épée à l'empaumüre.

Oui, le Sonnet c'est l'opulante et roide armure

Qui du Rêve, ce Preux, serre le souple corps.
Armure à l'écu peint d'héraldiques décors,
Au cimier formidable et vierge d'entamure.

Chacun des premiers vers boucle au fier suzerain

Une pièce splendide; ou le court gorgerin,
Ou la maille écaillée, ou l'écusson fantasque.

Et quand ils ont cerclé son buste d'un bras prompt,

Soudain le dernier vers fait fuire sur sont front
La lourdeur magnifique et terrible du casque!


TROPICALE

C’est l’heure où tout s’endort dans une calme suprème
C’est l’heure où, le regard aux splendeurs ébahi
Le blanc Europeén, fils d’un ciel terne et blême,
Admire, ô fier midi, ton magique poème
Adoré par eux tous et par moi seul haï !

Oui, j’abhorre, ô midi, ton soleil et ta pompe.
Car au souffle endormeur de tes baisers brulants
Je sens languir en moi mon rêve que tout trompe
Car dans le vaste Ether où l’horizon s’estompe
Je sens langui aussi l’ardeurs de fiers élans.

Que ceux dont le cœur mou n’est pas né pour la lute
Cherche le Kief ombreux de tes grands bois epais,
Que, fuyant les malheurs auxquels l’âme est en brute
Ils boivent sous tes cieux, à coté de la brute,
Le philtre empoisonneur de la stupide paix.